martes, 7 de febrero de 2012

LA PAJA DE HANA


Soy Hana, y el domingo pasado sentí una gran excitación, que terminó una paja bien rica. No me había auto-estimulado desde que estuve en la secundaria, cuando empecé a explorar mi cuerpo y me sentía muy excitada viendo cómo mi cuerpo empezaba a adquirir una forma muy sensual y atractiva.

Desde los 19 años, descubrí y gocé del sexo en todos los sentidos con mi marido. Ahora tengo 33 años, conservo muy bien mi cuerpo, y hormonas para hacer el amor con mi gordito, me sobran. Resulta que mi marido se fue de viaje, y a la tercera semana de su ausencia, empecé a sentir grandes necesidades de tenerlo junto a mí. 

De pronto sentí un ataque de excitación y angustia por querer hacer el amor con mi marido. De pronto sentí intensos deseos de sentir su aliento, su olor, sus caricias, sus besos y su deliciosa pinga. Decidí bañarme con agua fría para que me pasara la inesperada excitación, pero mientras me jabonaba, frotaba y enjuagaba, y me veía en el espejo, me excitaba más todavía. 

El baño me refrescó y relajó bastante, pero la sutil sensualidad y arrechura, todavía no había pasado. Incluso al secarme con la toalla, me di cuenta que mi vagina segregaba un fina lubricación. Fue cuando, como para fantasear un poco me probé diversos calzones frente al gran espejo de mi habitación. Me vi linda, erótica, muy sensual, y contenta por ser atractiva para mi marido, al paso de 15 años de relación. El espejo mostraba mis glúteos rellenitos y bien formados, que resaltaban aún más, por las atrevidas prendas de lencería. 

Entonces me empecé a acariciar las nalgas. Me empecé a agarrar y estrujar las nalgas, como lo hacía mi marido. Tocarme el poto me resultó muy excitante, sobre todo porque mi marido se fascinaba mirando y besando mi derrier. Yo recordaba todo lo que él había hecho conmigo. Recordaba cada caricia y cada maniobra para estimularme y hacerme estremecer de placer.

Decidí sacarme toda la ropa, decidí quedarme completamente desnuda ante el espejo que reflejaba mi belleza. Casi automáticamente, ya había estado acariciándome también los senos. Mis tetas gustaban mucho a mi marido y a mí también me excitaba que él las besara y mamara. Acariciarme, me hacía hervir la sangre de excitación. Por ratos apretujaba con fuerza mis senos, recordando lo que mi marido hacía conmigo. Al mismo tiempo que sentía placer al tocarme los senos, sentía mi vulva palpitar de excitación y lubricación.

El espejo reflejaba mi cabello suelto, y mi rostro sobre excitado por la gran arrechura. Cómo extrañaba ser tocada por mi marido. Cómo extrañaba su boca lamiendo y succionando mis tetas, mientras yo lo acariciaba. Cómo extrañaba sentir su fuerza, su energía física estrujando mis formas femeninas. Como extrañaba su boca succionando mis labios vaginales y clítoris. Cómo extrañaba la forma como él me poseía y me cachaba rico. Cómo extrañaba excitarlo intempestivamente con un pedo mío. Tirarme pedos, era la mejor señal para empezar a excitarnos. 

Me concentré un instante y sin despegar mi mirada del espejo, me tiré un gran pedo. Ese sonido me hizo evocar como mi marido se fascinaba y morboseaba al oír mis pedos. Cómo deseaba sentir su pinga rica frotando las paredes internas de mi vagina, mientras me lubricaba deliciosamente, y me producía inolvidables orgasmos. Cómo extrañaba chuparle la pinga y lamerle el culo. Extrañaba la mañosería de mi marido, que sabía complacer mi punto erótico más sensible.

Al sentir todos estos recuerdo y sensaciones eróticas, mis dedos frotaban con mayor intensión y ritmo, mi vulva bien humedecida. Sentí muchísimo placer con la humedez y viscosidad de mis labios vaginales. Sentí la erección de mi clítoris, y me froté con mayor mañosería la punta sensible de mi clítoris. Todo esto provocó, mayor humedad entre mis piernas. Sentía a mi cuerpo muy sensual y ardiente de arrechura. 

El placer era que sentía era inevitable. La pajita que me estaba haciendo, estaba bien rica. Mi culo y mi vagina vibraban interconectadas. Mis senos y mis labios palpitaban de placer. Era inevitable morderme y sobarme los labios, mientras me pajeaba con mayor intensidad. Los chorros de lubricación de mi vagina, no paraban de fluir. Casi toda la piel de mis muslos interiores estaban humedecidos por mis orgasmos. 

Mis dedos presionaban y frotaban con gran pericia, mis labios vaginales y clítoris sobre-excitado. Al mismo tiempo, llevaba mis dedos humedecidos por mi vagina, a mi boca y lamía mi lubricación. Me tiré otro pedo, y al instante, un nuevo orgasmo se me desencadenó, mientras mi vulva vibraba con muchísima energía por la paja que me estaba haciendo. Sentí los orgasmos más placenteros y mi auto-estimulación finalizó. Mi respiración se hizo agitada y necesité echarme sobre la cama para descansar y relajarme muy tranquila.

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