domingo, 1 de enero de 2012

Como una muñeca Barbie

Me desperté como una muñeca Barbie recién tirada al basurero, es decir con los pechos al aire y bien tiesos por el manoseo que me habían propinado. No quise contárselo a nadie, pero ya todas estaban más que enteradas, puesto que habían sido las directas responsables de lo que me había pasado. Mis senos me los habían sorbido furiosamente, me los habían chupado y mamado hasta sacarles chupones que me ardían, mis pezoncillos me los habían mordido y uno de ellos tenía marca de dientes. Y ya que inmisericordemente me los habían abofeteado (mis pechos), me dolían. También me ardía un poquito ahí abajito.
La prima de La Rosa se me acercó y traía puesta una solerita muy cortita y sólo una solerita y nada más. –te las dejaron humeditas, exclamó, dejando ver que se refería a mis pechos. Y como me habían dado a beber algo así como un brebaje para que cayera dormida como una doncella de cuento de hadas, y no podía dar cuenta de nada de lo que me había sucedido, entonces ella procedió a contarme como estuvo la cosa, en mi bautizo:

-La Rosa se montó sobre tu pecho y tomó una de tus tetitas para masturbarse y para metérsela hasta que alcance a su huequito, te estrujaba tu tetita como si fuera de goma, me dijo. Ahora ya sabía a razón de que me dolía tanto el pecho que apuntaba con la mano la prima de La Rosa, pero recién supe de lo que era capaz La Rosa hasta que volteé la cabeza para buscarla con la mirada y vi que estaba con el culo al aire y con el ojete recién dilatado.
La prima me quitó de mi ensimismamiento y siguió relatándome: -Al mismo tiempo, La Cori se estaba haciendo  un, teta a teta bien agarrada a tu otra tetita y a momentos te daba de lametones pasándole toda la lengua y se la metía todita a la boca sin misericordia, aprovechando que estabas bien dormida. Ahora ya sabía cortesía de quien eran las marcas de diente. Y prosiguió su relato:
-Las tres que duermen juntas al fondo, se dedicaron únicamente a manosearte y a restregarte sus sapitos en las tetas. Yo no tenía intenciones de hacerte daño, me dijo la prima de La Rosa, -así que sólo me entretuve un rato dándote de masajes y a ratos jugando con tus pezoncitos haciéndoles rosca para ver como se ponían más y más duritos, las otras en cambio, solamente pasaban y te hurgaban a una teta, una que otra se arqueó para sobarte ahí abajo pero nada más, mientras que las del pabellón de al lado, que fueron invitadas, sólo se dedicaron a mirar.
Con eso ya me di por enterada de todo lo que había pasado y de cómo se habían divertido con mi pecho, por suerte y no lo hicieron con mi vagina porque sino a estas alturas estaría alborotada y maldiciendo de lo lindo, más cuando tengo unas ganas de orinar que ya no me las aguanto. A lo que me incorporé y todas se voltearon a verme y a reírse cuando no a burlarse y yo sólo atiné a decirles sujetándome las tetas     – ¡me duelen!, en serio, y ya no me miren porque tengo que ir al baño, porque ya me hago. Todas se pusieron como locas y comenzaron a gritar y a aplaudir y se pusieron a mi alrededor y me pedían que me ponga a orinar ahí mismo. Yo me sentía intimidada y a todo esto apareció La Rosa con un tacho vacio y me lo acercó y me pidió que me bajara el calzón y se lo mostrara, y las otras chicas a mi alrededor también me lo pidieron. Ahora sí, motivada, me paré sobre la cama y les dije que me iba a hacer como un hombrecito y todas se rieron, La Rosa me jalo el calzón queriendo bajarlo, a lo que volvió una mezcla de escozor y ardor a mi partecita, y metí mi mano dentro del calzón para tocarme el topito, reaccioné sobresaltada abriendo los ojos por completo; me lo habían rasurado, todas se mataron de la risa ante mi semblante. Bueno, al final de cuentas ya no interesaba lo que me habían hecho, pues de seguro era parte del ritual de un bautizo entre mujercitas, así lo entendí por lo menos, y despreocupada, me entregué al entusiasmo del momento.
Entonces, me sentí extasiada; todas esas chicas a mi alrededor estaban esperando que les dé un espectáculo con mi meo, me sumé al griterío y a la algarabía del momento y entonces de un tirón me bajé el calzón hasta abajo y todas gritaban, “Bravo” “que lindo” y me lo quité y lo lancé a mi público con un truquito de piernas, agarré el tacho y lo puse entre mis piernas, abrí mi sapito con la mano que quedo libre para que se viera mi agujerito mientras evacuaba y solté mi meada con un chorro tan fuerte que por poco y se sale del recipiente, la euforia alcanzó su clímax, La Cori se había agachado para ver bien mi agujerito por donde disparaba, La prima también se había acercado más y me sentía más extasiada con todas esas miradas puestas en mi partecita, el espectáculo era todo una sensación y lo que salía de muy dentro mío era el plato principal, el festín y el protagonista a la vez. Cuando ya les había dado una meada bien larga y el chorrillo iba perdiendo fuerza, comencé a manosearme con la mano salpicando la parte de mi clítoris, que ahora estaba peladito, y mi meo parecía una cortina frente a mi vagina, las chicas se enloquecieron más y yo me sentía como una princesa frente a ellas, ofreciéndoles mi néctar como lluvia dorada. Y así terminé entregándoles hasta la última gota, todas quedaron como cautivadas con mi espectáculo, contentas y dichosas hasta más no poder. Retiré el tacho de entre mis piernas y no pude secarme siquiera mi partecita porque no tardaron en venírseme todas encima, y al unísono, y quitándose sus calzones y sus demás prendas se unieron a mí en profundo hormiguero y me llenaron de besos y de caricias y agarrones que no supe quien era quien para poder vengarme de lo que habían hecho con mis pechos y con mis pezones, y con mi partecita.
Desde entonces supe que me las había ganado para siempre y que con mi bautizo había hecho con todas ellas, un pacto para quedar por siempre como amantes locas.
P.D. El quinto relato de la serie que les vengo ofreciendo va para el día de reyes, otro regalo para tod@s ustedes.
Tus opiniones respecto a esta obra puedes hacérmelas llegar a: amaliaphp@hotmail.com

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Deja un comentario