jueves, 29 de diciembre de 2011

Ana, su perro y yo


Ana es una de mis compañeras de trabajo, tiene unos 55 años y está algo rellenita. Un día me pidió que pasara por su casa para arreglarle el ordenador, ya que se le apagaba en cuanto intenta entrar en internet -Tiene toda la pinta de ser un virus, no te preocupes que esta tarde pasaré por allí- le indique. Era una tarde fría de invierno, sobre las seis, llamé a la puerta y abrió Ana, tras ella apareció una impresionante criatura mezcla entre perro y león, con una embergadura tremenda, de casi un metro el altura, y una cabeza tan grande como una pelota de playa, jamás había visto un perro de esa raza. El perro me miraba con curiosidad -Pasa- dijo Ana, yo me quedé paralizado en la puerta, -no te preocupes que Pistón ya ha comido hoy- bromeó mientras me cogia del brazo y tiraba de mi hacia dentro. -Joder Ana, que coño es eso- pregunté asombrado -es Pistón,
nuestro Akita- Ana explicó que es un perro de raza japonés y que a pesar de su tamaño es una criatura muy docil y noble, mientras tanto el perro anaba entre nosotros olisqueando nuestras entrepiernas. Pasamos al despacho de su marido, un representante de medicamentos que se encontraba de viaje -Mi marido es un negado para la informática, entre otras muchas cosas, y no tiene ni idea de como arreglarlo, además lleva una semana fuera y yo necesito el ordenador- dijo mientras encencía el PC, -No te preocupes que esto va a estar listo en cinco minutos- respondí mientras me sentaba en la silla giratoria frente a el. Comencé el proceso y mientras esperábamos me toqué el cuello quejándome -Uf, tengo esto fatal-, -a ver- Ana se colocó tras de mi y comenzó un suave masaje -tienes mucha tensión acumulada en esta zona, culpa del trabajo-, asentí con la cabeza, -el trabajo y lo que no es el trabajo- se me escapó por la relajación. Ana intuyó como perra vieja que es, que las cosas en casa andaban regular por aquel entonces y lo cierto es que desde hacía una semana no podía tocar a mi mujer por una tonta discusión. Siguió con su masaje pero poniendo más intensidad, y entre una cosa y otra sin darme cuenta mi polla se había puesto más tiesa que el mástil de un barco -Vaya, parece que hay otras zonas que también acumulan tensión- ironizó mientras yo, torpemente me inclinaba hacia la mesa intentando ocultar lo evidente. -No seas tonto, a ver déjame que voy a liberar tensión también de esa zona- dijo ella mientras giraba la silla y se arrodillaba ante mi. No sabía que hacer, no entendía como me había podido excitar con el masaje de Ana, si yo nunca me había fijado en ella en ese sentido,mientras intentaba aclararme, Ana ya había sacado mi pene y lo masajeaba con suavidad -Ana, yo no quiero ..., mi mujer...- mientras dudaba sobre lo que estaba ocurriendo ella me miró sonriendo y comentó -tranquilo hombre, esto no te obligará a nada, así que relájate y disfruta - terminó su explicación, saco su lengua y lamió desde mis testículos hasta el glande recreándose en cada centimetro de mi erecto miembro, después lo introdujo en su boca con suavidad succionando levemente, uhmm que placer me proporcionaba aquella iniesperada situación, hice caso e sus consejos y me relaje reclinándome sobre la silla. Alargué mi mano y comencé un suave masaje sobre uno de sus enormes y maduros senos, que se balanceaba a la par que su cabeza subía y bajaba guiada por mi polla, paro por un instante para quitarse la blusa y un enorme sujetador de color blanco; para mi asombro, sus grandes pechos, a pesar de la edad no caían torpemente sobre su barriga (como era de esperar), colgaban si, pero aún eran deseables. Luego deslizó su falda hasta los tobillos y dejó entrever tras aquellas enormes bragas blancas su melenudo coño. Durante unos segundos, mientras miraba su silueta pensé, "joder, una cosa es que me la chupe y otra muy distinta es follármela". Cogió su ropa y la colocó sobre la mesa, se arrodilló nuevamente y continuó su delicado trabajo. Yo seguía masajeando sus senos y pellizcando sus pezones negros y duros. De nuevo paró, agarró sus pechos y colocó mi pene entre ellos y lo apretó meneándolos arriba y abajo; aquello me gustaba, pero prefiero el trabajo oral, -sigue con lo de antes Anita-, dije mientras empujaba suavemente su cabeza hacia mi, ella obedeció y agarrando mi polla, volvio a chuparla ahora con más fuerza. Su otra mano se desplazó hacia abajo buscando su sexo, incliné la cabeza y vi como su mano urgaba bajo sus bragas "malo malo, esta se está calentando y va a querer que me la folle, cuando yo lo que busco es correrme en su boca" pensé mientras ella como podía había bajado sus bragas hasta las rodillas. -Mira Ana, una cosa es lo que me estás haciendo y otra el que follemos, para mi eso sería como engañar a mi mujer-, menuda escusa me acabo de inventar, a ver si me libro; ella me miró con una leve e irónica sonrisa, no entendía muy bien si por motivo de mi tonta evasiva o es que había algo más -no te preocupes, sigue disfrutando que ya buscaré la manera de disfrutar yo- respondió ella dejándome más intrigado aún. Ella chupaba y lamía cada vez con más intensidad lo que subía mi excitación más y más, notaba como desde mis huevos la leche empezaba a pedir una salida, cuando de momento ocurrió algo que me cortó un poco el tema, sin motivo aparente, Ana golpeó un par de veces una de sus nalgas con la palma de su mano, aquello me extrañó sobremanera y distrajo mi concentración, "qué forma más rara de excitarse tiene esta tia" pensé; repitió los golpes, ahora un poco más fuertes, y de momento, Pistón con su impresionante embergadura apareció en la habitación, se acercó a su dueña y comenzó a lamerle el trasero con su enorme y húmeda lengua -Uhmm- exclamó Ana suavemente mientras apretaba más mi polla. Asustado no sabía que hacer, mi cerebro decía "lárgate de aquí", mientras mi polla rebatía "joder que rica mamadita". Ganó mi polla y mi curiosidad, gracias a lo cual precencié un espectáculo excitante e inusual para mi. Después de unos segundos el perro avanzó y se colocó sobre su dueña, que paró de chupar y mientras agarraba mi pene a punto de reventar con una mano, agarró con la otra el de Pistón, masajeando ambos al unísono, al momento el rosado pene del animal apareció bajo su funda, soltó ambos miembros y volvió a colocarse con mi pene junto a su cabezay mostrándole su enorme trasero a nuestro nuevo compañero. Pistón enseguida montó sobre su dueña e intentó ensartar a su ama torpemente, Ana alargó su mano y ayudó al animal que comenzó a golpear como loco el tasero de su dueña -Ayy así ayy, sigue- gemía Ana, que agarró otra véz mi polla y pasó a comérsela literalmente. Mi excitación crecía con la de ella y Pistón, aunque algo de miedo también invadía mis sentidos al ver la cabeza de aquel enorme espécimen a unos centímetros de mi -Ohhhh-, no pude más, mi leche salió a borbotones, mientras Ana seguía chupando y lamiendo sin parar, mi semen resumía por la comisura de sus labios y ella se relamía mientras no paraba de gemir, estaba claro que Pistón era un amante excepcional, ya que en pocos minutos había conseguido hacer llegar al orgasmo a Ana. El animal seguía bombeando incansable mientras yo me levantaba sigilosamente de la silla con mi exausto miembro colgando chorreante de la saliba de Ana, me miró con su acalorada cara -no te vayas, ahhh, ahh-, negué con la cabeza, no pensaba irme sin ver el final de aquello, me desplacé hacia un lado para ver mejor, el animal no paraba de embestir, el cuerpo de Ana vibraba con cada empujón, sus pechos oscilaban como locos, -ahhhhmmm- un segundo o tercer orgasmo, "cualquiera compite con el bicho" pense. Al momento, para mi asombro, me encontré con mi polla erecta de nuevo, la excena que tiempo atras había incluso criticado, ahora me ponía a cien. Aproveché y volví a mi sitio, agarré la cabeza de Ana que caía entre sus brazos y ella entendió enseguida mis intenciones, sonrió y de nuevo introdujo mi renovado pene entre sus labios, chupaba y chupaba mientras el animal la taladraba sin parar, notaba como de vez en cuando ella se extremecía "¿cuánto placer puede dar este animal?", pensaba mientras mi dolorida polla de nuevo eyaculaba mi leche en su garganta -Ahhhhhhhhh-, al momento el animal paró en seco, de nuevo me levanté algo asustado, la imagen era digna de enmarcar, Ana exhausta con su cabeza apoyada en la silla con algo de mi leche sobre sus mejillas sonrosadas y un goteo insesante de la leche del animal chorreando por su vello púbico. -Hay que esperar un poco-, comentó entre su respiración acelerada. Al momento el animal se separó de ella sacando su enorme bola y liberando un inmenso chorro de leche sobre los muslos de Ana dejando un gran charco en el suelo "nos ganan en todo" pense. Ana se dio la vuelta y se recostó en el suelo con las pienas y los brazos abiertos, el animal olisqueaba su vagina y la lamía, -¡Ya Pinstón!- el perro obedeció y salió de la habitación. -Ves como yo también tengo el placer que quiero, de esto no comentes nada a nadie y tendrás mamada y espectáculo gratis cuando quieras-. -Por supuesto Ana, por supuesto-

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